Ya desde mi infancia blanda
yo sólo quería uno:
seré el hombre más rico en la tierra.
Déjame entrar en la lotería
a los muchos de dinero
en el gran mundo.
Finalidad de la existencia:
ganado de cerda y manteca de cerdo.
Monedas, billetes, valores
para satisfacer la avaricia,
una gran multitud de siervos
y una corte como un zar.
Sólo el hombre no me trae mucho
en el juego de maximización.
Él es perezoso y cuesta dinero,
aquí, como en el Tercer Mundo.
Me ahorraría el sueldo,
por fin tendría un clon.
Claro, el hombre es un consumidor
como usted no sabe más estúpido.
Cumpliendo con sus deseos,
vendo lo mierda para oro,
las mujeres, el vino y la comedia,
piaras por las piaras.
Por desgracia, algunos exemplares
no son calculables.
Aunque el hombre sea lento,
de una vez empieza a exclamar.
Michel llegaba a ser un demócrata,
Meinhof una autora del atentado.
Es hora de que la ciencia
me crea un robot
quien consiste en carne y sangre,
compra, bebe, se pela
y quien inquestionable y feliz
oprime los botones rojos.
Después de todo, cada robot volador
implica un beneficio extra para mí.
¿No puede siempre ser así?
¡Presentan una moción respectiva
mañana por la mañana en el Parlamento,
quando la conciencia dorme todavia!
¡Vengan, construyen las obras de diablo,
usan el acero Krupp y la piel humana!
Masas crean a destajo
las armas de asesinato en masa.
Y todos gritan victoria
del Belt al África Sudoccidental.
Pronto lo habré hecho
de untarme suficiente,
diré adiós a la masa humana,
le dejaré de la cena
un globo desnudo
y me piraré al universo.